
Macbeth
Después de una actuación en una bar una noche de viernes, una mujer que no conocía me preguntó, así sin más introducciones, » ¿Y tú, también haces arte?». Al principio me quedé pasmada y después dije «Bueno, yo hago lo mejor que puedo, pero sobre todo hago joyas» y le enseñé el anillo que posteriormente llamaría «Macbeth». Le gustó tanto que me pidió que hiciera otro igual para ella. Los próximos días nos vimos un par de veces más para que le tomase la medida del dedo y para que le entregara el anillo una vez acabado. En estos encuentros fue cuando nos dimos cuenta que, en realidad, nos habíamos conocido ya unos días antes de la noche que hoy consideramos como el principio de nuestra amistad.
Cristina es costurera y poeta, una verdadera artista en los dos campos, robando tiempo de la costura para escribir, al mismo tiempo que cose de una manera cuidadosa y sensible, casi poética. Unos días antes del viernes por la noche que nos conocimos habíamos estado las dos en una noche de poesía donde el público puede subir al escenario y recitar, bailar o cantar. Ella también había cogido el micrófono aquella noche para contar la historia de Macbeth, una historia de lealtad y traición. Macbeth es arrastrado por las falsas promesas y la ambición y no sólo traiciona al Rey pero, sobre todo, se traiciona a sí mismo, a la verdadera esencia de su ser, a su intuición. El anillo «Macbeth» representa, tanto para mí como creadora, como para Cristina como portadora, el eterno y duro esfuerzo de ser fiel a nuestra voz interior, en el arte y en la vida.
Después de todo, «Macbeth» es un anillo de reina, no una reina cualquiera, sino una reina de su propio camino por la vida como lo es Cristina.